SOME GUY WHO KILLS PEOPLE
Poco tiempo después de que Ken Boyd, un parco dibujante de cómics y atleta frustrado, saliera del manicomio local, se desata una ola de crímenes sangrientos en contra de los ex integrantes del equipo de béisbol del que Ken fue mascota en la preparatoria.
El trabajo de Ken es lamentable: disfrazado como botarga de barquillo, reparte panfletos en la calle o (con el mismo disfraz) sirve helados (cuyos los sabores quieren ser Ben & Jerry's: Bananaza por Bonanza y similares) en las fiestas de sus antiguos compañeros de escuela, de cuyo bullying (para ponernos de moda) era objeto. Sobra decir que las burlas no paran.
Ken todavía vive con Ruth, su castrosa madre (Karen Black, la misma que interpretó a Mother Firefly en La casa de los mil cuerpos).
Al mismo tiempo Amy, una niña cerebrito de once años que hasta entonces ignoraba que Ken era su padre, comienza a buscarlo y, harta de su catoliquísima madre, se va a vivir con él. Ambos comparten su frustración deportiva y ella le da consejos para salir con una chica.
Las cosas comienzan a pintar bien para Ken, hasta que las pistas de los asesinatos conducen a él. De golpe pierde a su hija y a la chica. Un nuevo giro se presenta cuando se descubre un nuevo sospechoso, una especie de vengador anónimo que no termina por convencer.
Aunque el giro final no me convenció, la película es bastante recomendable. Los amantes del humor negro la disfrutarán horrores.
MUÑECOS INFERNALES
En los años 60's, un grupo de acaudalados coleccionistas viaja a Haiti y, fascinados por un ídolo sagrado, irrumpen en un ritual y lo roban. Uno de los sacerdotes les lanza una maldición mortal y el grupo, incrédulo, regresa a México con trofeo en mano.
Durante una reunión en la que contaban la anécdota, una consternada doctora experta en ciencias ocultas les aconseja devolver el ídolo, asegurándoles lo poderosa que puede ser esa maldición. Aún incrédulos, los profanadores comienzan a morir, uno a uno, a manos de unos extraños muñecos...
Muñecos infernales, cinta predecesora de Chucky, el muñeco diabólico, tiene una buena historia que, no obstante las eventuales fallas técnicas se mantiene gracias a su buena historia que, estrenada en su contexto causó gran terror y, tras 50 años merece ser recordada como una de las mejores del género, a pesar de que Zandor parece más Mandrake que un sacerdote haitiano y que Karina, la sexy doctora, nunca se quita los tacones ni se desentalla el vestido. Mención especial merece el traje de Zandor (pulgares arriba) y la bola disco que adorna su extraño laboratorio.
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