martes, 9 de agosto de 2011

BAUDELAIRE VS RIMBAUD round 1

Pelea a tres rounds sin límite de maldiciones.









En la esquina terrible: el parisino poseso de 36 años... ¡Charles, el dandy, Baudelaire!

















En la esquina amarga: de Charleville y con sólo 19 años... ¡Arthur, el niño terrible, Rimbaud!











PRIMER ROUND


UNA CARROÑA
Baudelaire

Recuerda aquella cosa que vimos, alma mía,
un día soleado:
al lado de un sendero carroña había,
un cuerpo espatarrado.

Con las piernas al aire, como una mujer lúbrica,
emanando veneno,
era allí, abandonada, de la muerte rúbrica,
con el vientre de cieno.

El sol resplandecía sobre la podredumbre
como para cocerla,
y a la naturaleza -¡oh milagrosa cumbre!-,
dando ciento por uno, devolverla.

El cielo la soberbia osamenta miraba,
que era un cráneo o una flor.
Y tu cuerpo en la hierba casi se desmayaba,
¡tan fuerte era el hedor!

Las moscas sobre el viento daban su bordoneo,
mientras iban saliendo en negros batallones
las larvas que corrían como un liquido feo
sobre aquellos jirones.

Todo ello descendía, subía cadencioso,
latía, destellaba;
dijérase que el cuerpo, a un soplo misterioso,
viviendo se agitaba.

El mundo daba entonces una música extraña
como el agua y el viento,
o el grano que el harnero sobre la parva apaña
con suave movimiento.

Las formas se borraban y no eran más que un sueño,
un esbozo confuso en la tela olvidado
al que el pintor un día da el último pergeño
con el pincel que pinta sólo lo recordado.

Y detrás de las rocas estaba un perro inquieto
que nos miraba airado,
esperando el momento de husmear el esqueleto
en busca del bocado.

Tú serás algún día igual que esta basura,
que esta horrible infección,
estrella de mis ojos, calor de mi ternura,
¡ángel de mi pasión!

¡Sí! Tal habrás de ser, ¡oh mi dulce querida!,
después del postrer sacramento,
cuando tus huesos bajo la tierra florecida
escuchen su memento.

Entonces, ¡oh mi bella!, dile tú a los gusanos,
pululando en tus huesos,
que aún guardará el recuerdo de tus besos malsanos
la esencia de mis besos.





ANTAÑO, SI LO RECUERDO BIEN...
Rimbaud

Antaño, si lo recuerdo bien, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde todos los vinos corrían.

Una noche senté a la Belleza en mis rodillas.

-Y la encontré amarga-. Y la injurié.

Me armé contra la justicia.

Huí. ¡Oh hechiceras, oh miseria, oh cólera, a vosotras os he confiado mi tesoro!
Logré desvanecer de mi espíritu toda la esperanza humana. Sobre toda alegría para estrangularla di el salto sordo de la bestia feroz.

Llamé a los verdugos para morder, mientras agonizaba, la culata de sus fusiles. Llamé a las plagas, para ahogarme con la arena, la sangre. La desdicha fue mi dios. Me revolqué en el fango. Me sequé con el aire del crimen. Y le di buenos chascos a la locura.

Y la primavera me trajo la horrenda risa del idiota.

Ahora bien, hallándome hace muy poco a punto de lanzar el último ¡cuac! soñé recuperar la llave del antiguo festín, en donde tal vez recobraría el apetito.

Esta llave es la caridad. -¡Tal inspiración prueba que he soñado!

"Seguirás hiena, etc...", exclama el demonio que me coronó con tan amables adormideras. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y tu egoísmo y todos los pecados capitales".

¡Ah! Estoy harto de eso: -Pero, querido Satán, os conjuro, ¡una mirada menos iracunda! y a la espera de algunas pequeñas vilezas rezagadas, para quienes aprecian en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, desprendo estas pequeñas aborrecibles hojas de mi carnet de condenado.



El ganador de este round es...

1 comentario:

La Rumu dijo...

Te quedó muy bien este postetete. Pronto descubrirás tu faceta de poeta maldito, jaja.